Horatio Herbert Kitchener
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Datos biográficos
Sus primeros destinos fueron en Francia, Palestina, Chipre y Egipto (1871-1883). En 1885 fue enviado a Sudán para socorrer al general Gordon, sitiado en Jartum por las fuerzas del Mahdi, pero no llegó a tiempo. Luego fue nombrado sirdar o comandante en jefe del ejército de Egipto (1890), con la misión de recuperar el control anglo-egipcio del Sudán; cumplió el objetivo tras vencer a las fuerzas del Mahdi en Omdurman y tomar Jartum (1898). En su avance hacia el sur del Sudán se encontró en Fachoda con las fuerzas francesas del general Marchand, que avanzaban hacia el Este; el «incidente de Fachoda» (1898) reflejaba la pugna entre las grandes potencias por el control del mundo en general y de África en particular, plasmado en el proyecto británico de unir sus posesiones del norte y del sur de África en un continuo territorial de El Cabo a El Cairo, mientras que los franceses pretendían igualmente unir sus colonias del África Occidental con el enclave de Djibuti; tras arduas negociaciones diplomáticas, el incidente se resolvió sin enfrentamiento militar, con la retirada francesa y el consiguiente control británico del alto Nilo.
Principales logros
Kitchener fue ennoblecido por sus éxitos en Sudán, con el título de conde Kitchener de Jartum. Luego fue destinado a Sudáfrica, donde combatió en la Guerra de los Borres (1899-1902), primero como adjunto de Roberts y luego como comandante en jefe en sustitución de aquél (1900-1902); empleó métodos contundentes, como la concentración de la población en poblados fortificados, que, aunque levantaron muchas críticas, fueron acabando con la resistencia guerrillera de los bóers. De allí pasó a la India, donde sirvió como comandante en jefe de las fuerzas británicas (1902-1909); sostuvo un agrio conflicto con el virrey Curzon, pero vio defraudadas sus aspiraciones de sustituirle en el puesto. Luego fue representante británico en el protectorado de Egipto (1911-1914). Nada más estallar la Primera Guerra Mundial, en 1914, fue nombrado ministro de la Guerra en el gobierno de Asquith; desde aquel cargo consiguió elevar la moral de combate de las tropas y de la población británica, pero apenas pudo iniciar la necesaria reorganización del Ejército, en medio de graves disensiones con sus colegas de gabinete y con los altos mandos militares.
Muerte
Murió cuando una mina alemana hundió el barco en el que viajaba hacia Rusia, cerca de las Islas Órcadas, el 5 de junio de 1916