Leonel Rugama Rugama
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Leonel Rugama. Poeta nicaraguense, luchó contra el frente sandinista, gozó de la tierra prometida en el mes más crudo de la siembra, sin más alternativa que la lucha muy cerca de la muerte pero no del final.
Síntesis Biográficas
Su padre es carpintero y su madre trabaja de maestra. Ingresa a los once años al Seminario en Managua, donde realiza sus primeros estudios. Después de graduarse de bachiller, regresa a Estelí. Se convierte en un excelente jugador de ajedrez.
En 1967 establece contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional. En plena montaña, empieza a escribir poesía,. Recibe órdenes de trasladarse a León. Se matricula en el año básico de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) donde aprobó el último grado de primaria, obteniendo el segundo lugar en clases Estudió secundaria en el Seminario Nacional de Managua. juntos con los seminaristas íban de paseo a las huellas de Acahualinca.
Trayectoria
Trabaja a domicilio como profesor de Matemática. Se hace cargo de la publicación de El Estudiante. Da a conocer sus primeros poemas en el suplemento La Prensa Literaria. El 15 de enero de 1970 junto con dos otros jóvenes recién salidos de la adolescencia Róger Núñez Dávila y Mauricio Hernández Baldizón se enfrenta contra todo un batallón de la guardia nacional, batallón que armado de tanques y cañones los tiene rodeados.
Cantidad de gente se aglomera para presenciar el desigual combate. Se dice que cuando en el combate los muchachos se habían quedado casi sin parque, un guardia les gritó que se rindieran; Leonel Rugama contestó:
Su poema “La Tierra es un satélite de la Luna” es uno de los poemas de autor nicaragüense más publicados a nivel mundial.
Escrito dedicado a Leonel Rugama por Mario Urtecho
Nunca apareció su nombre
en las tablas viejas del excusado escolar.
Al abandonar definitivamente el aula
nadie percibió su ausencia.
Las sirenas del mundo guardaron silencio,
jamás detectaron el incendio de su sangre.
El grado de sus llamas
se hacía cada vez más insoportable.
Hasta que abrazó con el ruido de sus pasos
la sombra de la montaña.
Aquella tierra virgen le amamantó con su misterio
cada brisa lavaba su ideal
y lo dejaba como niña blanca desnuda,
temblorosa, recién bañada.
Todo mundo careció de oídos y el combate
donde empezó a nacer
no se logró escuchar.