Anita Garibaldi
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Síntesis biográfica

A pesar del legado, la joven no pudo evitar que le ataran la vida en matrimonio a la del zapatero violento y borracho Manuel Duarte, con solo 18 años.
Encuentro con Garibaldi
En el mes de Julio de 1839, parecía estar escrito en las líneas de sus vidas, que se cruzarían los caminos entre Ana y Giuseppe Garibaldi. Laguna, lugar donde vivía Anita, estaba en poder de los republicanos, y su marido enrolado por los imperiales, había huido con el resto de las tropas. Ana, cuyas simpatías estaban del lado de los alzados contra Pedro II, se sentía, pues, libre por partida doble.
Su amor por Giuseppe fue a primera vista, la pasión, vehemencia y fogosidad de ambos los sumergiría en el clandestinaje amoroso primero, y lo arrollaría todo después.
Decidieron fugarse juntos y pasaron su luna de miel en el Itaparica, la nave insignia de los insurgentes. Era el día 20 de octubre de 1839, día que sella el inicio de su auténtica vida. Vida que no se ceñirá al disfrute de la pasión amorosa ni a su incondicionalidad al hombre; porque sería la vida la de la heroína gaucha a quien no intimidaban los combates y para la que el mejor perfume era el olor de la pólvora. De modo que su debut no tardaría en llegar. Ocurre, el 15 de noviembre, durante la célebre Batalla naval de Laguna.
Su primera batalla
Todo comenzó cuando desde el Itaparica se avistó a la Andorinha, una nave imperial de mayor envergadura y mejor pertrechada. Garibaldi calculó la fiereza del combate que se avecina y le ordenó a Anita que desembarcara. Pero ella decide ocultarse, aunque no por mucho tiempo. Cuando la situación se tornó tensa, salta a cargar y alcanzar las armas a los hombres, no dudó en espolear a la marinería garibaldina llegando a convertirse en una guerrera republicana.
La tropa garibaldina se alza con la victoria, que fue, sin embargo, infortunada, porque perdieron dos de los tres barcos. El coraje desplegado por la criolla no fue de tan corta duración. Muy al contrario, cimentó el respeto y admiración entre los insurgentes, en las filas enemigas, y ensanchó el amor que le profesa el italiano, para quien a partir de ese momento Anita sería no solo su amor sino su heroica compañera. Obligados a unirse al ejército de tierra y a evadirse en medio de las selvas y la sierra, Anita luchó codo a codo con su hombre en las batallas de Santa Victoria, Natal y Curitabanos.
Prisión y fuga

No lo halla, y la alegría de comprobar que debía encontrarse entonces entre los vivos se trocó en agonía, al pensar que ella podría ser su perdición si la usaban para atraerlo y capturarlo. Sin pensarlo mucho, pues, sustrae un caballo y huye. Huida que sus contemporáneos calificarían de espectacular. Huye a través del Río Candas, que es un río turbulento, en extremo caudaloso, y surcado por remolinos. Hubo trechos que logró vencer aferrada únicamente a la cola del animal. Otros, a nado.
Sin descanso logró evadir los miles de peligros de la selva del Mato, el inmenso bosque sudamericano, hasta dar finalmente y como por arte de magia con las tropas de Garibaldi. Habían transcurrido ocho días, durante los que apenas probó bocado. Su heroicidad se torna mayúscula, pues entonces ya estaba embarazada de su primer hijo. Recién parida debe fugarse otra vez a lomo de caballo, de noche, semi-desnuda, con el recién nacido apretado contra su pecho, y sin Garibaldi. Atrás quedan las tropas del imperial Pedro de Abreu, cuyo ataque no consigue apresar a la pareja. En 1841 parten hacia Montevideo, Uruguay.
La boda
Confirmada la muerte del Zapatero Duarte, el marido de Anita, la pareja contrae nupcias el 26 de marzo de 1842, en la montevideana iglesia de San Francisco de Asís. Llegan a tener 4 hijos, Menotti, Rosita , Teresita y Riciotti.
Viaje a Italia
En el año 1848 Anita y Garibaldi deciden regresar a Italia, viajando primero Anita y sus 3 hijos. La brasileña Anita fue mandada como embajadora a Italia por Garibaldi, en donde fue aclamada, para preparar el terreno ante la vuelta de Garibaldi, el cual vino con mil camisas rojas para luchar en la primera guerra de la independencia italiana contra Austria.
En tierras italiana la heroína exhibió nuevamente su coraje. Luciendo su camisa roja, un sombrero gaucho, sable, pistola y un embarazo de cinco meses, estaría de nuevo codo a codo con su hombre cuando este y sus tropas combatieron a los franceses a las puertas de Roma.
Garibaldi fue derrotado dos veces, a la tercera se vieron obligados a huir y refugiarse en la pequeña república de San Marino. Perseguidos a tiro limpio por los austriacos en cuanto abandonan los muros de San Marino, emprenden una dura travesía por los pantanos del norte de Ravenna. La fiebre la consume, y deciden hacer un alto en una playa, cerca ya de la ciudad. Se logra, incluso, amparados en la oscuridad de la noche, que un médico la auxilie en el trance difícil, pero su suerte está echada. Un lugareño pregunta a Garibaldi:
"¿No podríamos dejar a su mujer?"
La respuesta es tajante:
"Usted no sabe lo que esta mujer ha hecho por mí".
Muerte

Enterrada con urgencia en aquella playa, en medio del asedio enemigo, unos perros descubren la sepultura y pretenden darse un festín. Son, sin embargo, sus enemigos en los que inspiraba mucho respeto la heroína de tres guerras, quienes le dieron luego digna sepultura.
Fuentes
- Anita Garibaldi Heroína de tres guerras Consultado el 19 de octubre de 2010.
- Anita Garibaldi Consultado el19 de octubre de 2010.