Paseo de Martí
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Paseo de Martí. Avenida habanera con más de 200 años de historia, que fue por mucho tiempo la más importante y de mayor belleza de la ciudad. Hoy en día sigue siendo lugar de atracción para visitantes y un sitio querido y de preferencia para todos los cubanos.
Ubicación geográfica
Es una avenida de La Habana que en el trayecto norte-sur se localiza en la concurrida zona de La Habana Vieja, a solo una cuadra de la Calle Industria, que marca el límite con Centro Habana. Se extiende desde la Fuente de la India y la Plaza de la Fraternidad hasta el Malecón habanero.
Edificación
En esta avenida existen ocho estatuas con figuras de leones, hechas de bronce, que simulan la custodia del paseo. Está dividido en cuatro secciones fundamentales bien delimitadas: el Paseo, el Parque Central, la Explanada del Capitolio y la Plaza o Parque de la Fraternidad.
Con una longitud de aproximadamente 2000 metros es por excelencia el lugar de encuentro y esparcimiento elegido por los habitantes de la isla en todas las épocas.
Historia

Una de las primeras expresiones de transformación fue la creación de dos alamedas o paseos conjuntamente con el primer teatro y los palacios de gobierno. Una de ellas, la de extramuros, se extendía cerca de un kilómetro entre las dos puertas de la muralla terrestre. Esta alameda, constaba de dos sencillas hileras de árboles en sus comienzos y tuvo una entusiasta y rápida acogida entre la población de la época, ávida de contar con un lugar de esparcimiento y paseo, en especial al atardecer y recibió el nombre de Nuevo Prado.

El Prado encontró su competencia en el año 1834, en el Paseo Militar, que más tarde se le conoció como Carlos III, rodeado de un marco natural verde y sin grandes edificaciones aledañas, pero con la desventaja de la posición del sol en el atardecer, pues golpeaba de frente los rostros de los paseantes.
A principios del siglo XIX, los coches arreados por caballos fueron indispensables para los habitantes que tenían una vida social acomodada, pues en aquella época la isla de Cuba era una de las colonias españolas más florecientes de América. En el Paseo del Prado habanero, el paseo en carruaje, para disfrutar de la excelencia del paisaje, cobró más fuerza que el paseo a pie.
Aunque durante el siglo XIX hubo un tiempo en que su uso era exclusivo para peatones ya en la segunda mitad de éste siglo se comenzaron a levantar, a todo lo largo de su recorrido, grandes y fastuosas edificaciones neoclásicas que sustituyeron a las más antiguas, de estilo barroco y colonial.
Remodelaciones
La estructura del Prado permaneció inalterable a través de los años. Pero su parte central era de tierra; no estaba pavimentada, aunque sí lucía árboles frondosos en sus bordes como sucede todavía hoy en día.
Con la intervención norteamericana de 1902, se le introdujeron algunas mejoras, cambiando incluso hasta el nombre a Paseo de Martí, en honor al apóstol de la independencia de Cuba, aunque para la población siguió siendo “El Prado”, era la costumbre, además de tener gran semejanza con su homólogo madrileño. Con la nueva remodelación se vinculó al Parque Central dejando a la vez sus secciones bien definidas:
- Una zona arbolada peatonal con calles laterales
- Una zona vial con parqueo y en uno de sus extremos la Plazoleta de la Fuente de la India esculpida en Génova.

La figura central, es una mujer, aparece sentada y adornada con plumas. Tiene carácter simbólico y representa a La Habana. Se erigió en un inicio cerca de la Plaza de la Fraternidad.
En el año 1863, por acuerdo del Ayuntamiento de La Habana, se traslada al Parque Central.
En el año 1875 se reubicó al lugar que hoy ocupa, pero mirando hacia el Parque de la Fraternidad hasta que en el año 1928, sin moverla de su sitio, se le dio la posición que tiene todavía, al final del Paseo del Prado.
En los terrenos del Prado se situaron construcciones civiles de marcado uso social como sociedades de recreo, hoteles, cines, teatros e importantes mansiones de arquitectura ecléctica, con las más variadas formas en el diseño, cuyos diseños solo correspondían a las solicitudes de los dueños que trataban de imitar las modas arquitectónicas europeas.
En esa época se construyó el Hotel Telégrafo, primero de La Habana con características hoteleras modernas erigiéndose en Prado y San Miguel. Se remodeló además, la infraestructura de “El Prado” en cuanto al arbolado, mobiliario y alumbrado además y fue la primera calle asfaltada en La Habana, resultando un verdadero suceso para la época, lo que propició además la incorporación del automóvil a los paseos.
En tiempos del presidente Alfredo Zayas (1921-1925) se sembraron pinos y en tiempos de Gerardo Machado, se le sembraron laures, plantas que en su mayoría pueblan actualmente el lugar.

En la esquina de Prado y Malecón se construyó el hotel Miramar y posteriormente el Miramar Garden, centro de reunión de la juventud pudiente de la época.
Perdió su carácter residencial con el avance el siglo XX, situación que cambió en el año 1982 cuando fue incluido dentro de los límites del Centro Histórico y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En la actualidad
Es una calle de doble vía de casi un kilómetro de extensión, cuya porción principal posee un parque arbolado que divide ambas vías y que permite al transeúnte disfrutar del paseo, protegido del intenso sol cubano. Continúa siendo un sitio céntrico de La Habana que ve erguirse a uno de sus lados al colosal Capitolio de La Habana. Esta zona es una de las más transitadas, sin embargo la calma es una de sus características fundamentales.
El Paseo del Prado, acompañante inseparable de la capital cubana en su desarrollo, se erige como el testigo mudo de una historia centenaria que se refleja en los innumerables recuerdos de la época colonial presentes en las calles de La Habana.
Fuentes
- Revista Somos Jóvenes
- Roig de Leuchsenring, Emilio. Las Calles de La Habana. Bases para su denominación. Restitución de nombres antiguos, tradicionales y populares. La Habana: Municipio de La Habana, 1936.
- Roig de Leuchsenring, Emilio. Habana: apuntes históricos. t. II, Habana: Editora del Consejo Nacional de Cultura, 1963.