Jozef Israëls
Jozef Israëls ![]() | |
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Datos personales | |
Nacimiento | 27 de enero de 1824 Groninga, ![]() |
Fallecimiento | 12 de agosto de 1911 Scheveningen, ![]() |
Nacionalidad | holandés |
Ocupación | Pintor y escritor |
Datos artísticos | |
Área | Pintura |
Jozef Israëls. Pintor y escritor holandés. Uno de los miembros más representativos de la Escuela de La Haya, fue, en su época, el artista holandés más reputado internacionalmente.
Trayectoria profesional
Tras una primera formación en Groningen, su ciudad natal, y en Amsterdam, en la Real Academia Holandesa, entre 1845 y 1847 asistió en París a las clases de Horace Vernet y Paul Delaroche en la Escuela de Bellas Artes.
A mediados de la década de 1850 abandonó su orientación inicial hacia los temas literarios y la pintura de historia para especializarse, primero en escenas de la vida de los pescadores, y, posteriormente, en interiores domésticos y episodios campesinos en los que se deja ver la influencia de Millet. A su vez, sus pinturas y grabados dejaron una profunda huella en la obra temprana de Van Gogh, quien apreciaba fuertemente el modo en que representaba la vida diaria y el trabajo de los labradores.
Vino a España a finales del siglo XIX y publicó en 1899 un libro, Spanje, een reisverhaal, en el que recogía sus impresiones. Sus comentarios sobre el Museo del Prado y la pintura española están contenidos en los capítulos titulados «Madrid», «El Prado revisitado» y «Sevilla». Particularmente llamativa es su apreciación sobre la instalación y las condiciones de visita del propio Museo, del que escribió:
En lo que se refiere a los artistas, toda su atención estuvo dedicada, entre los españoles, a Velázquez, que le parecía:
Ante sus obras exclamó:
Las hilanderas le parecieron:
Del Pablo de Valladolid escribió:
Pese a todo, afirmó la superioridad de Rembrandt (para él un genio de significación universal) sobre Velázquez, cuya obra, decía:
En el capítulo dedicado a Sevilla, escribía, refiriéndose a Murillo:
y trazó, pese a alguna complaciente frase final, un duro juicio de su obra, que encontraba
Fue en el Museo de Sevilla también donde encontró «el polo opuesto del placentero Murillo»: Luis de Morales, de cuya Virgen con Cristo muerto escribía que
Significativamente, ni El Greco ni Goya atrajeron su atención, y a Ribera, cuyo estilo definía como «áspero», solo lo citó de pasada para contraponerlo a la «blandura» y «delicadeza» de Murillo.