María Valero
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María de los Dolores Valero Sisteré. Fue una actriz española exiliada en Cuba al terminar la Guerra Civil Española, apodada como la Gran Dama de la Radio Cubana, cuyo verdadero nombre era María de los Dolores Valero Sisteré.
Desde que llega a Cuba en 1939, marca toda una época en radio cubana con las actuaciones en las novelas, Doña Bárbara, El precio de una vida y El derecho de nacer, que la llevaron a despertar amplias simpatías entre los radioyentes criollos.
Síntesis biográfica
Inicios
Nace en 1912, en Madrid, España, hija de Ricardo Valero - cubano por nacimiento - y de Ana Sisteré, el bisabuelo paterno, José Valero era primer actor José Valero, tuvo a cargo el papel protagónico de la obra Baltasar, drama en versos de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, cuando se estrenó en el teatro Novedades, de Madrid, el 9 de abril de 1858, puesta que transcurrió con la presencia de la autora y de los Reyes de España.
El padre, amante también de las artes escénicas, crea el propio grupo de Declamación, y es en el donde la hija da loa primeros pasos artísticos. Posee aptitudes destacadas para la actuación: talento, hermosa voz, expresividad y porte distinguido.
Pronto integra la Compañía de Ricardo Puga, de modo que, con quince años de edad, debuta como profesional en el teatro Fontalba, también en la capital española, luego la muerte prematura del padre, y a pesar del éxito logrado se aleja de la vida artística.
Se dedica a la enfermería, contrae matrimonio con un médico-cirujano con clínica propia, en viaje de paseo en un crucero, visitan brevemente la villa de San Cristóbal de La Habana, entonces plaza importante del teatro. Luego la nostalgia de la profesión y las mutuas incomprensiones deciden la separación definitiva de la pareja.
No es una mujer bonita, si elegante y dulce; con una voz que arroba y una personalidad recia, así se expresa alguien que la conoció;Guerra Civil Española
Labora en el Hospital Obrero de Madrid, cuando se inicia la Guerra Civil Española, más tarde es traslada a Valencia, donde es nombran jefa de la ayuda a los hospitales, lo cual determina el traslado para Barcelona, siendo compañera de la luchadora antiimperialista Tina Modotti, y múltiples referencias a ella se encuentran en Finísima, obra de Elena Poniatowska, publicada en Cuba.
Otra de las compañeras de hospital es la cubana María Luisa Laffita, que, junto al esposo Pedro Vizcaíno, vivía exiliada en España. La actriz guardaba gratos recuerdos de una estancia en La Habana en 1932 y aprovechaba el tiempo libre para evocar con María Luisa a cerca de Cuba, donde ansiaba volver.
En Cuba

Al finalizar la guerra en 1939, la actriz está en el bando de los perdedores, logra llegar a Francia y de ahí, a La Habana en el buque El Flandre cubierta con una gran mantilla negra, y trae, en algún lugar el equipaje, un cofrecito con un puñado de tierra madrileña que recogió en la premura de la evacuación a fin de que la acompañase para siempre.
A la llegada a la capital cubana es recibida por la tía Pilar Bermúdez, - residente en Cuba - quien le da alojamiento por un tiempo en la casa situada en la calle Cervantes y Segunda, en La Víbora.
Al respecto, dirá la actriz, ya en La Habana, en una entrevista que concedió para la serie La mujer opina:

El 20 de noviembre de 1939 presenta la solicitud para ingresar en la Asociación Cubana de Artistas Teatrales, avalada por la tía, actriz de prestigio, y el actor Santiago García Ortega.
Es contratada para la firma Sabatés en carácter de artista exclusiva; actuando solo en los programas que patrocinaba esa firma jabonera, pero CMQ, en guerra contra la RHC, la quiere en los predios y le ofrece un salario de 600 pesos mensuales, suma no alcanzada por actriz alguna en Cuba.
La actriz acepta la propuesta, se deshace la pareja que formó con Ernesto Galindo, - a rey muerto, rey puesto - otra pareja artística surge en CMQ, ahora con Carlos Badías. Uno tras otro va sumando galardones y reconocimientos la carrera artística, tanto en la RHC como en CMQ. En 1942, la Asociación de la Crónica Radial e Impresa (ACRI) comienza a distinguir a los artistas más sobresalientes del país y la selecciona como la Primera Actriz del año.
Manteniendo este título desde 1944 hasta 1947, lo que le vale la designación de Gran Dama de la Radio en Cuba, sobre la actriz y los triunfos expresó Sol Pinelli;Actuaciones

La contrata de inicio una emisora pequeña, Radiodifusión O’Shea, que transmite desde la azotea del hotel Plaza, y pasa a formar parte del cotizado cuadro dramático de la firma Sabatés, bajo la dirección de Marcelo Agudo, donde del brazo del galán de moda Ernesto Galindo, formó la pareja romántica que durante años hizo suspirar a jóvenes y mayores.
Ellos fueron los protagonistas de Doña Bárbara y al Santos Luzardo de la obra de Rómulo Gallegos que, en versión de Caridad Bravo Adams y con dirección de Luis Manuel Martínez Casado, comienza a transmitirse todos los días a las 8:30 de la noche en el espacio La novela del aire, de la RHC Cadena Azul.
En Circuito CMQ sigue cosechando triunfos con El Folletín Hiel de Vaca, trabaja con actores famosos, Armando Osorio, Alberto González Rubio y Carlos Badías, con libretos de Mary Munné y José Ángel Buesa.
Actúa en la novela El collar de lágrimas, - una serie que con más de 900 capítulos, es la radionovela más larga en toda la historia del género - donde se había convertido en la figura femenina más popular de la radio.
Es la protagonista de dos novelas del escritor Félix B. Caignet, El precio de una vida y más tarde El derecho de nacer, ambas en pareja con Carlos Badías y con dirección de Emilio Medrano.
En 1941 llegó a La Habana Nicolás Rodríguez, actor cómico de fama en Madrid, se conocen en el Teatro de la Comedia, enseguida Nicolás formó una compañía, siendo la Valero la figura femenina principal, actuando en varias obras, donde destaca Don Juan Tenorio de José Zorrilla con el personaje de Doña Inés, la que se presenta en los teatros Principal de la Comedia, América y Apolo.
Trabaja también en Radio Lavín, siempre al lado de Ernesto Galindo, ahora se incorpora Mario Barral en el programa Barral, Alta-Comedia, también estrena Retaguardia, del propio Barral.
Las últimas funciones teatrales a las que asistió fueron el ballet de Alicia Alonso y la representación por Adad de Juana de Lorena, con elogios para las actuaciones estelares de Raquel Revuelta, Ernesto Galindo y Gaspar de Santelices.
La actriz española fue tan humana y generosa en Cuba como lo fue en España, cuando se acercaba el Día de los Hospitales, o el de Reyes, iba a la Asociación de Artistas en busca de la autorización para realizar, junto a otros artistas, shows apropiados para agasajar a los enfermos, pero nunca capitalizó en propaganda personal un gesto humanitario.
Muerte

El actor Gaspar de Santelices era muy temido entre los compañeros del Circuito CMQ. Tenía fama de brujo, tomaba inesperadamente del brazo a quien tuviese más cerca y, aun cuando el sujeto se opusiese, le leía la palma de la mano, acertaba siempre en las predicciones.
En la tarde del 25 de noviembre de 1948, la actriz española conversaba con otros actores en uno de los pasillos de la emisora. Santelices pasó por el lado y le agarró una mano y le dijo:
La actriz prefirió ignorar el comentario, sonrió y prosiguió la conversación con los amigos antes de perderse por los interiores del edificio. El tiempo apremiaba y debía prepararse, esa noche, a las ocho, salía al aire el capítulo 199 de la novela El derecho de nacer, en la que el personaje, Isabel Cristina, era uno de los puntos clave de la trama.
Llegó así la madrugada del 26 de noviembre de 1948, donde un cometa era perfectamente visible desde La Habana y la visión se hacía imponente e insuperable desde el Malecón habanero, a las cinco de la mañana, un grupo de actores, entre los que se encontraban la Valero, Eduardo Egea, Carmen Álvarez, Minín Bujones, Orlando García Noriega, Augusto Borges, Ana Sáenz, Myriam Acevedo y la pareja de baile Emilita y De Flores, quisieron vivir la experiencia, cruzaban la vía cuando ocurrió el accidente.
En el accidente es herida la bailarina Emilita, mientras el chofer del auto es obligado por la policía a trasladar el cuerpo, - ya sin vida - de María hacia la Casa de Socorros de la calle Corrales.
Josefa Bracero cita el testimonio de la escritora Mirta Muñiz, una testigo excepcionalEl cadáver fue expuesto en la funeraria Caballero, cita en 23 y M en el Vedado, allí los fotógrafos captaron la última imagen de la actriz, la mantilla negra que había traído de España le cubría la cabeza y parte del rostro maltratado por el accidente.
Los trabajadores del circuito CMQ le rinden homenaje realizándole guardia de honor e invitan a los homólogos de la RHC, Cadena Azul, aunque el director, Amado Trinidad Velazco se niega a que estos participen, pero Ernesto Galindo, amigo de la difunta actriz, con quien trabajó cuatro años en La Novela del Aire, desoye las palabras de Trinidad: participa, acompañándola hasta la última morada.
En la noche del 26 de noviembre no se transmitió el capítulo 200 de El derecho de nacer, la CMQ trasladó a la funeraria los micrófonos, Enrique Núñez Rodríguez, escribió de prisa los textos con que los actores rendirían homenaje a la actriz desaparecida.
El director Justo Rodríguez Santos recibió la encomienda de entresacar de capítulos ya transmitidos de la radionovela frases en boca de la fallecida a fin de ponerla a dialogar con Minín Bujones, que asumiría el papel de Isabel Cristina.
La Valero se despedía en aquella conversación que nunca fue, como si partiera a un lugar remoto, el público se emocionó mucho al escucharla por última vez, con la voz bellísima, yéndose de la novela, de la radio y de la vida.
Tal era la repercusión que había despertado las actuaciones de la actriz en la población habanera de la época, que para acceder a la capilla, se hizo necesario formar una fila que arrancaba en Malecón y subía por 23 desde la calle 27 hasta la calle M. A la hora del entierro, - el 28 de noviembre de 1948 - el pueblo a pie la acompañó hasta el cementerio de Colón.
La despedida del duelo estuvo a cargo de Germán Pinelli ante una multitud enorme que colmaba todos los ámbitos del panteón en que fue enterrada ella, ante aquella montaña olorosa de flores, es María Valero, la refugiada española que se convirtió en la gran dama de la radio de Cuba.
El escritor Enrique Núñez Rodríguez, entonces muy joven y de estreno en CMQ, dijo al evocarla:Repercusión de su obra
Félix B. Caignet, el autor de El derecho de nacer, ofreció una conmovedora declaración a la prensa:
Así expresaba el novelista Luis Amado Blanco en la columna del periódico Información:
Al preguntársele a Xiomara Fernández, - actriz, Premio Nacional de Radio - ¿Cual es el primer rostro que recuerda de las personas que compartían el estudio de radio durante la transmisión de El derecho de nacer?
Marta Jiménez Oropesa, - actriz, Premio Nacional de Radio -, nunca olvidaría aquel día;
Enrique Núñez Rodríguez, - acreedor de los Premios Nacionales de Periodismo, Humorismo y de Radio -.quien comienza como escritor en la CMQ el 27 de noviembre de 1948:
Germán Pinelli, fundador de la Radio y la Televisión cubana y Premio Ondas al mejor locutor de habla hispana, la recordaba así:
Personalidad
Los que la conocieron afirman que no era realmente una mujer bella pero sí una mujer interesante, de excelente gusto, de armoniosa figura y modales distinguidos; como buena madrileña, pensaba que “el buen calzado” y “el buen perfume” (ella prefería Nochebuena de Carón), constituían requisitos insoslayables del buen vestir.
Era una mujer de vida sobria y hábitos adecuados para conservar la voz y la salud. La piscina del Hotel Nacional fue testigo de la afición por la natación y el Malecón de las caminatas. Creía inconcebible terminar bien el día sin haber leído “algo bueno”, calificativo que adjudicaba, sobre todo, a los autores preferidos, Stefan Zweig, Andrés Maurois, Miguel de Unamuno y Antonio Machado, cuyos versos dormían muy cerca de ella, en la mesita de noche.
Cuando hallaba un poema afín a la sensibilidad lo recitaba a solas y luego lo grababa, conservándolo en la discoteca, disfrutaba “el buen cine”, sobre todo si los filmes trataban sobre vidas reales o dramas interesantes.
Admiraba, entre las buenas actrices, a Ingrid Bergman y a Joan Fontaine, mientras que entre los actores prefería a Charles Boyer y a Lawrence Olivier, visitas las salas conciertos ver bailar a Alicia Alonso, a quien consideraba una de las figuras cimeras del ballet clásico universal.
Lo que más detestaba: la injusticia. Lo que más apreciaba: la sinceridad.
Aficiones
Hablaba del baile con sentido deportivo, y no bailaba más de una vez con quien no sabía hacerlo. Era una experta tejedora: procuraba llevarle a los hijos de los amigos regalos tejido por ella, le encantaba fotografiar, coleccionaba muñecas y gatos de porcelana, y en el salón de estar había retratos de los artistas que pasaban por La Habana.
La música, para ella, era la poesía con sonido, un sedante para el cansancio. En la discoteca personal tenía, junto a la música de Falla y de Rimsky-Korsakoff, el repertorio completo de la famosa valenciana Conchita Piquer.
Cuando la embargaba la nostalgia por la tierra patria y por los seres queridos, ella hallaba en la voz y en el estilo de la Piquer, un agridulce consuelo.
Deseos
Amaba a Cuba y a al pueblo cubano, de quien recibía tantas deferencias, pero ausente durante nueve años de España, anhelaba intensamente pasar unos meses en Madrid. Tenía entre los locos sueños, como los llamaba, tener una casa a orillas del Manzanares y otra en las riberas del Almendares.
Siempre que estrenaba una obra, la ofrecía a la memoria del padre, cuando hablaba de la familia, sobre todo de los fallecidos, mostraba profundo respeto y agradecimiento porque de ellos recibió los mejores ejemplos, la savia de la vida.
Fuente
- Cartaya Cotta, Perla. Mara Valero, en pos de una Estrella. Disponible en "www.palabranueva.net". Consultado: 10 de agosto del 2011.
- Artículo María Valero. Disponible en "www.juventudrebelde.cu". Consultado: 10 de agosto del 2011.
- Bracero Torres, Josefa Maria Valero: La gran dama de la Radio en Cuba. Disponible en "www.radiocubana.cu". Consultado: 10 de agosto del 2011.