Carolina Rodríguez
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Carolina María Rodríguez Suárez (Santa Clara, 20 de noviembre de 1825 - Santa Clara, 2 de junio de 1989). Destacada revolucionaria cubana. Con una activa participación en las labores independentista exponiendo su vida en pro de sus ideales.
Síntesis biográfica
Nació en el callejón del Carmen (hoy calle Carolina Rodríguez), en la villa de Santa Clara. Era hija de Félix Valoia Rodríguez y Ana Francisca Suárez.
Se dedicó plenamente a la labor independentista desde sus años mozos.
Su juventud
Fue una mujer de un extraordinario atractivo físico, teniendo grandes admiradores entre sus compatriotas, pero a todos los rechazó en aras de sus ideales patrios.
Labor revolucionaria
Participó en diversos movimientos en pos de la insurrección, fundamentalmente en el período de la Guerra Chiquita, prestando su ayuda bajo las órdenes de Carlos Roloff, general de las tres guerras, y con la consideración, el respeto y la admiración de muchos veteranos de aquella gesta.
En esa época, en Santa Clara, Carolina Rodríguez trabajaba a favor de la independencia, estaba al tanto de la conspiración, buscaba el apoyo de hombres probados para aquella empresa y expresa su disposición a participar activamente: «Quiero que me avises con tiempo, antes de romper la guerra, para irme al campo», le dice en la carta a Roloff en mayo de 1878, que firma con el seudónimo de Carlota Valdés.
También en su labor clandestina, utilizó el seudónimo de Cubanacán, exponiendo constantemente su vida para llevar armas, medicinas y correspondencia a sus compañeros.
El 29 de abril de 1879 se reunió con un grupo de hombres para establecer y organizar un Club de Revolucionario sujeto al reglamento del Comité Revolucionario de Nueva York.
Los activos trabajos de Carolina Rodríguez, unido a su condición bien definida de enemiga del colonialismo, hicieron crítica su situación en Santa Clara, en conocimiento por fuentes fidedignas, que el Comandante general conocía sus actividades y estaba dispuesto a detenerla si comenzaba la lucha, determinó su traslado hacia La Habana el 14 de agosto de 1879.
En la capital continuó sus actividades conspirativas, siendo deportada por esta razón a Isla de Pinos, donde no decayó su actividad revolucionaria.
En este mismo año fue deportada a Cayo Hueso, donde fue bautizada por la emigración con el sobrenombre de La Patriota, fundando de inmediato el Club A. Díaz Marcano, agrupando en el mismo, cientos de mujeres para apoyar la lucha, de puerta a puerta recogía dinero para la causa, trabajaba como despalilladora de tabaco, tomando de su jornal la parte más pequeña para su sustento y el resto para contribuir ala independencia de la Patria.
En ciertos momentos en que los aportes no fueron muy abundantes, Carolina Rodríguez anunció su visita a una de las fábricas de tabaco, diciendo que iba a hablar. Los exiliados cubanos conocían sus exaltados entusiasmos, su viva localidad, pero no sus dotes en el difícil campo de la oratoria y por oír a Carolina estaba ese día muy concurrido el local. Acompañada de otra persona que fungía como lazarillo, porque ya apenas veía, llegó a la tabaquería, siendo recibida con aplausos. Carolina se dirigió a los tabacaleros pidiendo ayuda para operarse, ya que casi estaba ciega, señalando que nunca había pedido nada para ella, pero que era necesario. Extendió un pañuelo de gran tamaño sobre el piso, donde fue depositada la contribución de los trabajadores, al final les dijo con voz emocionada: «Gracias, gracias, pero perdonen que los haya engañado: porque esto no es para mí, es para Cuba, ¡yo puedo continuar siendo ciega!».
No obstante, casi ciega, continuaba realizando esfuerzos a favor de la independencia de Cuba.
El trabajo de La Patriota fue muy notable en Tampa, Cayo Hueso e Ivory City, en estos lugares organizó una intensa labor como propagandística para impulsar la lucha armada, oficiando también como enfermera.
Amiga entrañable de Martí
Carolina Rodríguez no solo fue patriota, también fue amiga entrañable de José Martí. Es natural que por ella el maestro sintiera admiración: ella reunía en sí las cualidades que apreciaba José Martí, pero también había probado con su desprendimiento y sacrificio su entrega a la causa independentista.
Esto se pone en manifiesto gracias a un artículo que publicó Martí en el periódico Patria el 30 de abril de 1882. Aquí la nombra «El Alma Cubana»:
También en otro párrafo describe con gran precisión José Martí, la labor de esta patriota en el exilio:
Aquí el maestro destaca a Rodríguez como el espíritu que mueve a la causa independentista y que mantiene viva la voluntad de ser Cuba libre.
Muerte
Según datos de investigaciones se han esclarecido algunos aspectos de su vida, se sabe que era viuda de don Juan Manuel Casero. «La vieja de los cubanos» ―como también la llamaba Martí― regresó a su ciudad natal, con sus setenta y tres años de edad, a su paso por la Habana fue poco advertida.
Pocos meses después de su regreso murió en Santa Clara el 2 de junio de 1989, en la más absoluta miseria.
Reconocimiento
El ayuntamiento de Santa Clara acordó el 10 de junio de 1989 dar el nombre de «Carolina Rodríguez» a la calle denominada Callejón del Carmen, donde había nacido y regresó para morir sola la insigne cubana.
En el centro de Veteranos, en reunión el 8 de enero de 1939, se acordó que los restos de Carolina Rodríguez fueran sepultados en el Panteón de los Veteranos, en el Ayuntamiento, el 4 de octubre de 1939.
Dando cumplimiento a dicho acuerdo, los restos de la Patriota, fueron expuestos en Capilla Ardiente en el Centro de Veteranos de esta ciudad en la noche del 26 de enero de 1940 y trasladados al Cementerio General el sábado 27 a las ocho de la mañana, quedando depositados en el Panteón de Veteranos del Cementerio General de Santa Clara.
Fuentes
- Obras completas de José Martí. Tomo V.
- Sala de la Mujer del Museo Provincial de Historia Abel Santamaría.