Miguelito Cuní
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Miguelito Cuní. Pinareño reconocido entre los mejores soneros de Cuba, quien compartió escena, con Benny Moré, Arsenio Rodríguez, Félix Chapotín, Richard Egües, Enrique Jorrín, entre otros.
Síntesis biográfica
Primeros años
Miguel Arcángel Cuní, Miguelito, nació el 8 de mayo de 1917 en la capital de la occidental provincia de Pinar del Río, hijo de Pastor y Valeriana, familia humilde que inculcó a sus hijos el buen ejemplo y el respeto por los semejantes.
Era moreno, de estatura mediana y sonrisa simpática, con don de gentes y un espíritu capaz de comerse al mundo. Desde muy joven estuvo familiarizado con la vida musical de su provincia. Durante los años 1920 y 1930 cantó en sextetos y otros grupos típicos de la música cubana, sobre todo, las orquestas de Niño Rivera, Jacobo González Rubalcaba y Fernando Sánchez.[1]
Trayectoria artística
En 1932 integró la agrupación musical “Los Carameleros” con la que realiza sus primeras presentaciones. Por el tono de su voz y su estilo para cantar, se vinculó, en 1934, a la orquesta de Fernando Sánchez y en 1936 a la de Jacobo González Rubalcaba.


Con el grupo Arsenio grabó varios temas resultando más popular "El guayo de Catalina". En 1947, viajó como solista a los carnavales de Panamá, donde permaneció por dos años, para regresar luego a la orquesta de Arsenio Rodríguez en 1949. Si embargo la etapa más recordada del quehacer de Miguelito Cuní, comenzó en 1949, cuando Arsenio Rodríguez decidió viajar a Nueva York, con el propósito de recuperar su visión y recuperar su carrera artística, dejando el conjunto en manos del trompetista Félix Chapotín.
Durante la década de 1950, Cuní alternó en ocasiones con la orquesta de Benny Moré pero manteniendo siempre su lugar junto a Chapotín y su conjunto, prevaleciendo entre ambos una entrañable amistad. Por más de 30 años Chapotín y Cuní fueron compañeros inseparables y realizaron gran cantidad de grabaciones con éxito, sobresaliendo entre ellas "El carbonero" y "Quimbombó que resbala".
Al triunfo de la Revolución

A partir de 1959, Miguelito Cuní continuó su trabajo musical intensamente, tanto en Cuba como en el extranjero. Junto con Chappotin actuó en los escenarios más importantes del país viajando, además, a las Antillas Holandesas, Curazao y Estados Unidos.
Después de haber recorrido el Caribe, se presentó en Nueva York en la década de 1960, sumándose por un corto espacio de tiempo a la agrupación de Arsenio Rodríguez, quien se había convertido en genuino estandarte de la música cubana en el lugar. Por aquella época ya Cuní era una de las voces imprescindibles del son y el bolero; había inmortalizado el bolero “Convergencia”, con el que alcanzó la cumbre de la calidad de interpretación y sentimiento. En el año 1978 viajó a la Unión Soviética con la Orquesta Cubana de Música Moderna, junto a músicos de la talla de Enrique Jorrín, Richard Egües, Tata Güines, Juan Pablo Torres, Rafael Bacallao (Felo), Teresa García Caturla, Carlos Emabale y Félix Chapotín. De él la cancionera Moraima Secada expresó:
En su última grabación discográfica realizada interpreta el bolero, Lágrima‚ del larga duración titulado “De nuevo Arcaño”. Su último viaje al exterior fue a México y data de 1982.
Compositor
Además de cantante incursionó en el mundo de la composición musical, de su autoría se citan:
- Congo africano
- ¡Ay mamita!
- Batanga africana
- A bailar con la guajira
Sones montunos de finales de la década de 1950, los boleros:
- Lloró Changó
- Toque santo
- Las ansias mías
- A ti, Benny Moré
Y la guaracha "Esto no se ve", entre otros títulos.
Muerte
Murió en La Habana, el 3 de marzo de 1984, tres meses después que su entrañable amigo y compañero de innumerables jornadas, Félix Chapotín, quién había fallecido el 21 de diciembre de 1983.
Homenaje
Miguelito Cuní fue admirado por todos los que lo conocieron, destacado por todos sus amigos y allegados como un hombre de excelentes cualidades humanas, en homenaje a su trayectoria el Comandante de la Revolución, Juan Almeida compuso la letra "Este son homenaje", que fue interpretado por el cantautor Pablo Milanés.
En el orden artístico mereció el reconocimiento de sus colegas y miles de admiradores, y en el personal quienes lo trataron lo recuerdan como un hombre de intachable palabra y buen decir, Miguelito Cuní fue todo un caballero criollo.